Eran los años ochenta y Jeff Spinoza y Francisco Simón prestaban voz y guitarra a los Flying Gallardos. Entre ellos había, además, secretos y buenas canciones de rock, sonidos de country y blues y discos de los clásicos que acabaron en algún LP, varios singles y un Honky Tonk en vivo al que siguieron copas de ron negrita. Después, llegó una disolución que no significó el fin, sino la primera piedra de una casa roja en la que ahora se cobijan Spinoza y Simón y en la que también se resguardan del frío musical Manuel Bagües al bajo y Carlos Sánchez a la batería.

Entre las paredes de Red House habita el blues; un blues elegante y con fuerza que se vuelve aún más potente en directo. La construcción es firme y estable. La avala el currículum de un Jeff Espinoza que también ha formado parte de la Vargas Blues Band y ha colaborado con artistas como Steve Cropper y Blue Lou Marini, dos Blues Brothers, o Chris Rea, Junior Wells o Flaco Jiménez. La ingeniería aportada por Simón no es menos; giras con Duncan Dhu, Antonio Flores o Miguel Ríos entre los proyectos patrios y su nombre junto al de Tom Jones, The Blues Brothers o Jerry Lee Lewis.

Con sus Chihuahua Boogies, sus carreteras de serpiente de cascabel, su gusto por brindar con whiskey, y, por supuesto, con todos los secretos de los hombres de blues que guardan, están dispuestos a hacer sentir como en casa a cualquiera que les escuche; ya sea en tonos rojos o en melodías azules.