Se trata de uno de los monumentos más singulares del románico español. En 1919 fue declarada Monumento Nacional.

La atribución de su fundación no está nada clara; en 1936, Colmenares la atribuye a los Templarios.

Otras fuentes atribuyen la fundación de este templo a los Caballeros del Santo Sepulcro.

En cualquier caso se sabe que fue que fue levantada a principios del S. XIII. En 1531 pasa a manos de la Orden de San Juan de Jerusalén de Rodas y de Malta.

La planta del templo, tiene forma de polígono de doce lados, con tres ábsides, uno principal y dos secundarios, a los que se añadió un cuarto posteriormente.

El interior del templo lo protagoniza un edículo a modo de núcleo o corazón, también dodecagonal. Este edículo se une a los muros exteriores mediante arcos fajones radiales.

El citado edículo tiene dos pisos, el inferior de escasa altura y al que se accede desde cuatro pequeños arcos. En su centro se origina un fenómeno acústico muy interesante, por el que cualquier sonido origina una fuerte resonancia.

Por dos escaleras se accede al nivel superior, que está abierto hacia el ábside principal y tiene una gran piedra en el medio a modo de altar.

Aunque con total probabilidad, la polémica sobre sus fundadores no se resuelva nunca, lo que está claro es que sus ideadores querían crear un espacio con una gran fuerza e influjo.
 

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