Pasar al contenido principal
Imagen de cabecera

El Caz del Acueducto

Iniciamos la ruta junto a “la bomba” (antigua fuente de abastecimiento de la población) para dirigirnos, cruzando la N-603, a la carretera que bordea el embalse de Puente Alta. Seguimos esta vía asfaltada deleitándonos con las amplias vistas de la Mujer Muerta y los densos pinares de Pinus sylvestris que pueblan las laderas de la sierra, en contraposición a los encinares que crecen en la parte izquierda de nuestro caminar. Al borde del camino nos encontramos un pequeño fortín de la Guerra Civil, que nos recuerda que esta zona fue testigo de enfrentamientos.

Al llegar a la cola del embalse nos encontramos con un panel de acero que nos ilustra sobre el recorrido de la cacera del acueducto. Enfrente tendremos las ruinas del “Rancho Marianito”, usado en otros tiempos para guardar a las ovejas en primavera y a las vacas en invierno. Tomamos el camino que asciende por detrás de la señal y, tras pasar y cerrar la portera, nos adentramos en un encinar (Quercus ilex ssp ballota) con una densa cobertura de líquenes. Una señal en la siguiente portera nos indica que entramos en el Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama junto a una pequeña pradera con el sonido del río Frío o Acebeda de fondo. Seguimos remontando un centenar de metros el cauce, junto al que aparecen algunos ejemplares de buen tamaño de roble melojo (Quercus pyrenaica). Pasados estos, nos vamos separando del río, atravesando el arroyo de Valdeconejos y comenzamos la ascensión por el camino que nos indica la señalización metálica de la ruta. La subida, corta pero de cierta dureza, atraviesa en primer lugar la cacera de Revenga. Si la recorremos entre mediados de marzo y el mes de mayo, esta conducción llevará agua para regar el preciado soto de Revenga. Unos metros más arriba, seca y desdibujada por el desuso, cruzaremos la cacera de Hontoria. Al final del ascenso, que hacemos entre pinos silvestres, llegamos a un cruce donde una señal nos indica que debemos tomar el camino de la derecha para llegar al azud. El pequeño montículo que se ve a nuestra derecha es la conducción de la cacera, soterrada en 1929, donde podemos ver algunos de los registros que permitían su mantenimiento. Siguiendo el sendero, primero entre pinos silvestres y luego entre ejemplares jóvenes de roble, no será difícil ver grandes hormigueros que aprovechan los restos de antiguos tocones. En primavera, los cantos de aves insectívoras como carboneros comunes (Parus major) o herrerillos comunes (Cyanistes caeruleus) o el martilleo del pico picapinos (Dendrocopos major) serán el paisaje sonoro de este tramo. En alguna zona, el color negro del suelo nos delata la presencia de antiguas carboneras donde los hombres aprovechaban los robles para hacer este combustible. Poco a poco nos vamos aproximando de nuevo al cauce del río hasta llegar al decantador, donde se obligaba al agua a perder la fuerza inicial para que se depositaran en el fondo los materiales que arrastraba y comenzar su viaje hasta la ciudad. Hasta él llega el agua a través de un canal, cuyo caudal de entrada era controlado hasta hace pocos años mediante una trampilla situada junto a la presa o azud. Este azud, cuya misión era desviar el agua del río Acebeda, fue reformado en el año 1929 y está realizado con bloques de granito.

En este punto, iniciamos el recorrido de vuelta por el mismo camino, hasta llegar al primer cruce En vez de descender, continuamos de frente siguiendo los registros y la señalización de la cacera del acueducto. El camino continúa más o menos por la misma
curva de nivel y, a unos 200 m, salvamos el arroyo de Valdeconejos. Por esta zona, en la que los robles son más abundantes, no será difícil ver corzos (Capreolus capreolus) que saldrán corriendo al notar nuestra presencia. El siguiente arroyo que cruza nuestro camino es el de las Charcas y poco a poco la panorámica se va abriendo, atravesando una zona más despejada y soleada donde la estepa (Cistus laurifolius) es la planta dominante. Cruzamos de nuevo una portera, a través de la cual saldremos de los límites del Parque Nacional y llegamos al cruce con un camino que vuelve a la cola del embalse. En esta zona es recomendable hacer un alto para disfrutar de las panorámicas de la Mujer Muerta. Además, es un buen lugar para observar el vuelo de buitres negros (Aegypius monachus) y buitres leonados (Gyps fulvus) En el siguiente cruce seguimos de frente para llegar a la Cañada Real Soriana Occidental y, desde aquí, tomar el camino que pasa por el depósito de agua potable Revenga y que nos deja, tras pasar otra puerta, de nuevo en la población.

MIDE

Horario: 2´5 horas
Desnivel de subida 112 m
Desnivel de bajada 112 m
Distancia horizontal 9´3 km
Tipo de Recorrido Circular
Pendiente máxima 19,6%, -19,64%
Pendiente media                          4,9%, -4,6%

 

Severidad del medio natural   2   
Orientación en el itinerario 2
Dificultad del desplazamiento 2
Cantidad de esfuerzo necesario 2
Tipo de Recorrido Circular 
   
Estación de visita recomendada  Todo el año       

Mapa de la ruta

Datos de interés

Hasta la primera década del siglo XXI se mantuvo la figura de los guardacaceras, personas encargadas de recorrer por tramos la conducción para su mantenimiento.

Hasta el año 1929, año en que se realizó el entubamiento, la cacera del acueducto discurría al aire libre, de una forma similar a como lo hace en la actualidad la cacera de Revenga y otras muchas en el piedemonte serrano.

El azud (palabra proveniente del árabe que significa “barrera”) se supone superpuesto a los mandados reparar en el siglo XV por Enrique IV y que debían estar en funcionamiento al menos desde el siglo XI o XII. En la actualidad consta de una presa con dos muros de hormigón laterales y otro transversal al cauce que llegan a una represa, formada por veintiséis piezas de granito. El azud eleva el nivel del agua y lo deriva hacia un canal que llega al desarenador, de estructura laberíntica y que retenía el agua para depositar limos e impurezas.

Descarga la ruta en pdf