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Imagen de cabecera

Iniciamos la ruta junto a “la bomba” (antigua fuente de abastecimiento de la población) para dirigirnos hacia la calle del Fielato. Continuamos por las calles del Pintor Cristóbal, Manzano, Arbana, San Roque y del Bache para tomar el camino de Riofrío, que coincide en parte con el camino borbónico de Castellanos. Pasamos junto a la ermita de San Roque y, a la izquierda, un cartel nos indica el inicio de la Senda Verde. Tomamos la senda que va pegada a la pared de piedra y que se une unos metros más abajo a un camino ancho que va descendiendo entre encinas (Quercus ilex ssp ballota) hasta el río Frío. Al llegar a éste, a mano izquierda nos encontramos con un pequeño puente de hormigón que nos permite cruzarlo. Si tenemos suerte, es probable que nos encontremos una de las joyas de la fauna del término municipal: el mirlo acuático (Cinclus cinclus), cuya presencia delata la buena calidad del agua.

Una vez cruzado el río, ascendemos por una pendiente muy pronunciada con la que volvemos a ganar altura. Si echamos un vistazo a nuestro alrededor, podemos ver el
pueblo de Revenga y los encinares que se extienden por el valle del río Frío. Una vez que terminamos de ascender, los prados vuelven a hacer acto de presencia, en esta
zona llana y muy bien abastecida hídricamente. Vacas y caballos aprovechan los pastos bajo la atenta mirada de la Mujer Muerta, cuya presencia se nos hace muy cercana. En verano, este camino suele estar poblado de hierba santiaguera (Senecio jacobaea), planta de la que tan sólo la oruga de la mariposa santiaguera (Tyria jacobaeae) es capaz de alimentarse.

Un poco antes de llegar a la AP61, un nuevo cartel de la Senda Verde nos indica que debemos girar a la izquierda. Este camino va a tramos entre cercas de piedra y entre vallas de alambre. Al borde del camino, arbustos como los endrinos (Prunus spinosa), rosales silvestres (Rosa spp), zarzamoras (Rubus spp) generan espacios para la alimentación y refugio de distintas especies de aves. Una de estas especies es el alcaudón común (Lanius senator), pequeña ave estival que aprovecha las espinas de estos arbustos para empalar a sus víctimas. Los rabilargos (Cyanopica cooki), siempre en pandilla buscando alimento como las bellotas, son otras de las aves que se dejan ver por la zona. Llegamos a la N-603 y seguimos a mano izquierda por el camino que va paralelo a ella unos 400 m. Nos desviamos a mano izquierda y encontramos una señal que nos indica de nuevo la senda. Estamos en el Cordel de Peñas Zamarriegas, una de las vías pecuarias que unía Revenga con la Cañada Real Soriana Occidental y además servía de tránsito para los gabarreros del pueblo. Cruzamos de nuevo el río Frío por otro puente y seguimos el camino que va paralelo al mismo. En cuanto comenzamos a ascender, podemos acercarnos a la derecha a ver la fuente del Acebo. De vuelta al camino, seguimos ascendiendo para comenzar a avistar de nuevo el pueblo de Revenga, pasando por los restos del antiguo esquileo del Marqués de Tejares, conocido por los lugareños como “Rancho de Burgos”. Una vez superado el rancho, seguimos de frente en dirección a las piscinas, donde podemos ver un precioso monumento dedicado a los gabarreros de la localidad, en el paraje de las Eras de Rodrigo. Desde aquí, el camino de vuelta se realiza de nuevo por las calles Arbana, del Manzano, del Pintor Cristóbal y del Fielato para llegar de nuevo al punto de partida.

MIDE

Horario: 1´5 horas
Desnivel de subida 78 m
Desnivel de bajada 78 m
Distancia horizontal 5´8 km
Tipo de Recorrido Circular
Pendiente máxima 19,2%, -32,1%
Pendiente media                          4,7%, -5,5%

 

Severidad del medio natural   1   
Orientación en el itinerario 2
Dificultad del desplazamiento 2
Cantidad de esfuerzo necesario 2
Tipo de Recorrido Circular 
   
Estación de visita recomendada  Primavera y otoño

Mapa de la ruta

Datos de interés

El mirlo acuático (Cinclus cinclus) es un ave paseriforme de tamaño medio. Es un especialista fluvial, asociado típicamente a los ríos y arroyos permanentes y de
aguas limpias y poco profundas. Su presencia es indicadora de la buena calidad del agua, ya que se alimenta de distintas especies de macroinvertebrados que
requieren de unas condiciones óptimas de estado ecológico.

El Cordel de Peñas Zamarriegas era uno de los caminos principales que los gabarreros de Revenga utilizaban para subir a los pinares de Valsaín. A lomos de
caballos y burros, bajaban a diario varios centenares de kilogramos de leñas muertas. Por este camino llegaban al Collado del río Peces, al Collado de Tirobarra y
a la Pradera de la Venta.

En el esquileo del Marqués de Tejares o Rancho de Burgos se esquilaban alrededor de 15.000 ovejas anualmente. Tras el hundimiento de la industria lanera y la
actividad trashumante, sus muros han servido para albergar casas de personas humildes del pueblo y también para instalar una industria de extracción de
alquitrán para barcos. Todavía se pueden ver los restos de los hornos que se usaban para extraer el líquido de los “teos” o tocones enterrados de los pinos silvestres.

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