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La conducción segoviana mide cerca de 15 Km. Toma el agua cerca del actual pantano de Revenga. Desde allí, los ingenieros romanos, usando niveles de agua, fueron trazando el recorrido, muy probablemente hasta el actual Alcázar, es decir, hasta el lugar en el que se encontraba la primitiva guarnición militar, encargada de la vigilancia de una ciudad aún sin murallas, puesto que las actuales no se documentan hasta los siglos IX-X; o no han aparecido hasta ahora, al menos. En el camino, tres grandes tramos: desde el inicio hasta la actual obra elevada, el canal transcurría quizá a cielo abierto o enterrado; el segundo tramo es el formado por la obra aérea, mampostería o bien arcos, que llega a alcanzar una altura máxima de 28,10 m. Entre estos dos tramos un "desarenador", un pequeño depósito cubierto en el que el agua pierde velocidad, para que la suciedad o la tierra que transporta se depositen en el fondo. En el tercer tramo vuelve a enterrarse, ya bajo las calles del casco amurallado. Una vez establecido el trazado y desde varias canteras aún no localizadas con precisión, se extrajeron y trasladaron los bloque de granito, que eran rematados a pie de obra y colocados en seco, sin argamasa alguna. Eran levantados mediante poleas y sogas, y ajustados con palancas de hierro. El paso de la Plaza del Azoguejo es la zona más conocida y mejor conservada. Era un antiguo valle fluvial, salvado mediante pilares y arcos, asentados en pequeñas explanaciones, para buscar la roca menos erosionada. Sobre todo ello circulaba el agua por un canal, probablemente de hormigón hidráulico que, víctima de numerosas reparaciones, ha acabado siendo sustituido por el actual, ya de fines del siglo XV.

Entre las dos hileras de arcos, en el centro de la Plaza del Azoguejo, puede verse un largo sotabanco enmarcado por piezas molduradas. Era el lugar destinado a los nombres del emperador y de los magistrados locales, a los que debemos el monumento. Sus sillares muestran unas pequeñas perforaciones, que son las huellas de las patillas que sostuvieron las letras de las cartelas, probablemente de chapa de bronce dorado. La orientación de esas pequeñas perforaciones ha permitido varios intentos de reconstrucción de los textos originales, los mismos a ambos lados del monumento. La última de esas lecturas, la más fiable hoy por hoy, indica que dos magistrados locales, Mummio Mummiano y Fabio Tauro, por orden del emperador Trajano, repararon la conducción, quizá levantada antes por alguno de los flavios, probablemente Domiciano. Otros datos, como el estilo del monumento, o los hallazgos arqueológicos asociados y depositados en el Museo de Segovia, permiten fechar la conducción a inicios del siglo II d.C. Pero nada sabemos del tiempo necesario para la construcción, ya que faltan todos los datos relativos al dinero utilizado, al número de trabajadores, o a las circunstancias políticas del entorno más próximo. Puede hablarse de que es obra de siglos, pues ha llegado a nosotros gracias a su uso continuado, mantenido merced a un sinnúmero de modificaciones y de reparaciones, en todas las épocas. Entre esos trabajos cabría destacar los de los Reyes Católicos, esencialmente la sustitución de los viejos canales por otros de granito, que aún hoy permanecen a la vista. Con todo, la conservación de los arcos y de los pilares de la Plaza del Azoguejo permite apreciar la grandiosidad de una de las más impresionantes obras de la ingeniería romana, declarada Monumento Histórico Artístico por Real Orden de 11 de Octubre de 1884.