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La presencia de Roma en lo que luego será provincia de Segovia, es patente desde el siglo II a. J. C. Buscaban asentamientos de indígenas celtibéricos, para pacificarlos y explotar el territorio. Algunos de esos asentamientos, a menudo castros fortificados, se deshabitan; otros se reocupan, ya desde el s. I d. C. El territorio se acabó estructurando en torno a tres únicos municipios: Duratón, cerca de la actual población de ese mismo nombre, Coca y Segovia. En los tres lugares había abundante población indígena, que poco a poco se fue romanizando, hablando y escribiendo latín y adoptando todos los patrones culturales del mundo romano. Entre esas tres ciudades, una gran cantidad de asentamientos menores, las llamadas “villae”, casas de labor para la explotación agropecuaria del entorno, a menudo segundas residencias y parte de importantes latifundios.

En este ambiente de profundas alteraciones del mundo indígena y de su progresivo acoplamiento al modo de vida romano, hay que entender la construcción del Acueducto de Segovia. Es una obra de prestigio, para los constructores y para la ciudad, en cuya parte alta había casas notables y unas termas, al menos, cuyos restos han podido estudiarse parcialmente. Así pues, a su finalidad inmediata, el traer agua desde la sierra hasta la población, hay que unir la de propaganda política: las obras públicas eran a menudo subvencionadas por personajes de la política central o municipal.

En las últimas tres décadas, las intervenciones en el casco antiguo de la ciudad han permitido conocer algo más sobre como era la Segovia romana. Aunque los restos son siempre parciales, ya que suele tratarse de excavaciones de urgencia en cimientos, los que han salido a la luz reflejan edificios importantes, tanto de carácter público como privado. Por otro lado, en el s. XII-XIII se registra en Segovia la máxima actividad constructiva y se busca la roca para la cimentación de las nuevas edificaciones, lo que provoca la destrucción de restos anteriores o la acumulación de materiales a modo de relleno en los que aparecen restos de "terra sigillata", pintura mural, mosaicos, monedas o vidrios.

Otro de los capítulos importante es el epigráfico, patente en todo el perímetro de la muralla medieval, donde encontramos abundantes restos de estelas y pedestales con inscripciones que reflejan la sociedad segoviana de la época romana.

Dado que los restos aparecidos no son visibles se puede conocer la ciudad romana en el Museo de Segovia donde se encuentran depositados y expuestos los materiales, no sólo de la capital sino de los numerosos yacimientos de la provincia.