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La Real Casa de Moneda se encuentra ubicada en un espacio de incomparable belleza, extramuros de la ciudad fortificada, en el Valle del Eresma – declarado Paraje Pintoresco en 1947 – junto al Monasterio de Santa María del Parral, y con magnificas vistas del Alcázar.

Esta privilegiada ubicación fue la elegida, por el rey Felipe II en 1583 para ubicar su nueva e innovadora Casa de Moneda. La construcción del edificio se realizó entre 1583 y 1588, siguiendo las trazas de Juan de Herrera.

Juan de Herrera diseñaría en colaboración de los técnicos alemanes una planta fabril pionera, hoy reconocida como la muestra de arquitectura industrial más antigua de España. El complejo se articula a través de dos patios que, mediante un muro decorado con los clásicos bolos herrerianos, salvan el desnivel. El edificio se caracteriza por ser fiel al estilo escurialense, preponderando la pureza de líneas frente a los elementos decorativos y las cubiertas de pizarra empinadas. El gran tamaño del complejo, la mayor Casa de Moneda de su época, es símbolo del poder del monarca.

Al inicio del siglo XVII el arquitecto Francisco de Mora reforma la fundición sustituyendo los techos de madera por bóvedas de ladrillo. Las intervenciones de Francisco de Mora, discípulo de Juan de Herrera, mantendrán la estética de la arquitectura herreriana.

En la primera mitad del siglo XVIII, con los Borbones, llegan cambios profundos,  introduciendo en 1771 la  acuñación a volante o balancín. La primera reconversión tecnológica llevaría asociada importantes reformas en el edificio bajo la dirección del arquitecto real Francisco Sabatini. Éste construye un nuevo edificio para los volantes, sustituye el canal de madera por uno de piedra y efectúa otras obras de mejora.

Fernando VII llevaría a cabo la última gran obra en el edificio en 1829, la monumental puerta de estilo neoclásico construida por el arquitecto Juan José Alzaga, uno de los ejemplos más destacados de este estilo en Segovia.

Tras la centralización de la fabricación de moneda en Madrid en el año 1869, se vende el edificio, y a partir de 1879 albergará una fábrica de harina durante los siguientes cien años.

Especial mención merece el sistema hidráulico del Real Ingenio, que ha llegado hasta nosotros en buen estado de conservación y que hace que la planta sea la más completa de su tiempo. La infraestructura hidráulica incluye el azud, aliviaderos y canal de Sabatini. A través de la documentación existente y planos históricos se han reproducido los canales de madera y 4 ruedas hidráulicas con sus saetines.